Dime... ¿Acaso tienes tu también una reflexión poético-filosófica sobre limones, mazapanes o tortas enchiladas con carne?, ¿Por casualidad sabes o presientes las razones dichosas de las lechugas en su pleno frescor?, ¿Te inquieta e intriga la exacta metáfisica matemática del fractal en la coliflor?
Siendo así, cuéntame y la sumamos a las mias, por leerlas, por divertirnos, por entender tanta cosa extraña y maravillosa que ocurre en el universo.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Sobre modos y maneras de preparar el Vacuno con Imaginación Evolutiva y Delicias Abstractas.


Confesiones de una pintora de vacas



Mi historia con las vacas ha sido incierta porque aunque son vacas mías aquellas que pinto, con la carnosidad que me parece perfecta, con sus cachitos incipientes y su mirada lánguida, mansa y sedienta de verde que el humano común no alcanza entender, no son estas criaturas del todo mi propiedad, sin importar acaso que lleven sobre el lienzo justo al lado de las patas, estampada una firma con mi nombre.

Todo empezó hace algunos años cuando vi los primeros grabados de la tauromaquia de Picasso. Supongo. Esta es la primera reminiscencia seria que tengo de mis gordas cachonas, sin que con inmediata posterioridad se haya manifestado algún síntoma que me permitiera discernir la naturaleza de la situación en la que yo era el objeto de un juego darwiniano y mi arte, la artimaña para que eso que no es mío pero realizo con devoción, se manifestara en plenitud y a su amaño y acomodo.

Aunque no es este mi caso, es cierto que la historia de la gran mayoría de humanos con la vacas comienza mas temprano, en la escuela elemental. En esta primera época de la vida se da por sentado que el único papel de la vaca es entregar a los hombres con alegría y devoción su carne, la leche y sus derivados, sin que nadie se atreva a contradecir la afirmación presentada por la autoridad académica o por lo menos, a tener una idea diferente de la intimidad de este rumiante amigo. Sin importar siquiera si a la vaca le afecta el hecho de morir o no para participar en el trance educativo.

Imagino que el encuentro que me marcó definitivamente fue, como he mencionado, cuando por motivo de un cumpleaños me regalaron un precioso libro con muchos bovinos en lances taurinos realizados por Pablo, por siempre el gran maestro español. Los efectos de este encuentro de años atrás, solo hasta hace unos pocos meses han empezado a manifestarse de manera conciente, haciéndome en algunos casos objeto de burlas entre mis amigos pintores. Verdad es que no me ha importado ni me importará mucho el que dirán. Mi carácter formado por gente que del campo evolucionó a la ciudad de manera rápida y dramática, gente que logó conservar sus sin agüeros para decir lo que piensan y lo que sienten, sin tapujos para llamar a las cosas por su nombre, me ha hecho en la vida practica y en mis relaciones en general un tanto rebelde y contestataria.

Para ser fiel con los sucesos debo decir que con esta suerte de cavilaciones rondando mi cabeza y otras naturales de la vida creativa, con conciencia dialéctica, un día del año pasado me dirigí al taller de mi maestro, lugar donde se realizan estudios serios sobre todas las cosas de la vida humana y social. Afectos, certezas, amores y odios se ven en los talleres de los grandes artistas. También sobre toros se discute en estos territorios con frecuencia y en mi caso, lugar donde inició lo de las vacas.

A estas alturas del tercio me había descubierto yo misma con sorpresa y algo de vacilación, un poco obsesionada por la ternura de las pestanas de los toros que había visto en lo de Picasso y me sentía con ganas de expresar lo mío. Decidí realizar mi propio toro, picassiano, pero a mi manera. Fueron horas de ardua labor preparando la tela y los materiales que requería la obra. Nos encontrábamos implementando una nueva estrategia de impresión sobre diversos materiales, así que digamos otra vez que fueron horas de preparación y no exagero.
En fin, se llegó el momento de inspiración, porque la técnica en particular es como ejecutar un concierto. Todo está listo hasta cierto punto. Los instrumentos, los músicos, el público, la partitura pronta para ser leída y ejecutada, pero un minuto antes de que todo empiece falta algo fundamental: la música. Lo que es. A lo que en realidad vinimos, dirían el maestro y el trompetista músico si uno les preguntase.
Así, me encontraba, lista y dispuesta para ejecutar la música celestial de mi toro, acompañada de todos los otros pintores participes del taller que se encontraban en las mismas: que aquel con el asunto de la mosca golosa; que aquella otra con el asunto de la pesadilla de la fruta; que el caso de la ciudad fantasmal iluminada por la luz de la conciencia, que en todo caso vendría siendo de color morado azulino. Que aquel otro con lo de la flor del sexo carnívoro y, este otro, con lo del sexo de la mujer que se parece a una papayuela y es harto jugoso. Yo, como no, ni mas faltaba, muy seria aplicada al estudio de la naturaleza triangulada del toro, de su porte policromado de rojos, de sus ojos llenos de furia y compasión expresada en pestañas, de su ¡aja!, de su todo, de su nada. De hacer el toro definitivo, el toro sexual, transido e intransigente por supuesto, porque yo no iba a ser la de menos en el taller y me iba a atormentar por menos que mis atormentadísimos compañeros pintores.

Todos sufríamos las más extrañas metamorfosis de la emoción al interior de nuestras pieles. Las expresábamos, las compartíamos, las copiábamos y decidíamos a veces robar un trozo de inspiración del vecino que se le había escapado por el aire de tan etéreo y había caído justo en la esquina de nuestro rectángulo de trabajo. ¡Ay!, la inspiración es un pájaro. En fin, a todos nos llegó y cada cual hizo lo que le correspondía.
Transcurrieron al menos tres o cuatro horas antes de poder ver los resultados.
Los vimos, ¡y que resultados!
Lo mío no era ningún toro, ¡era una vaca!
Una vaca que además de vaca era virgen, eso opinaron todos, era una vaca niña e inocente. Quise morir de vergüenza.
Si, una vaca niña con intención de toro, pero vaca o vaquilla definitivamente, llamemos al pan, pan y al vino, al fin y al cabo vino.
Yo no lo quise aceptar en un principio pero después me rendí ante la evidencia. Era una vaca.

Así empezó todo lo mío con las vacas y ahora tengo vacas que van en bicicletas... yo no sabía decir porqué, debo confesarlo, esta vaca nueva iba en bicicleta. Un compañero fuertemente ilustrado en los asuntos de la naturaleza humana me dijo, según su sabia experiencia: pobrecita, es invierno y el lechero tiene las manos frías...Por supuesto, parece que es una vaca holandesa.

No logro imaginarme como va a ser la vaca china que sueño con pintar algún día, o la vaca tailandesa, o la vaca de la que se sospecha desciende el ganado europeo; la vaca salvaje, Bovidae primigenius y que fuera domesticada por primera vez en el sureste de Europa hace unos 8.500 años. No, no logro imaginarlo todavía y tendré que esperar mi turno para poderlo ver. Esa vaca mía que es tan inquietantemente ajena e indomable en su devenir… A veces, en mi intimidad, me quejo de como salieron las cosas. Más me hubiera gustado pintar toros, su fuerza, su bravura, su destino heroico y despiadado. Pero a veces no me quejo, simplemente comprendo que este es mi oficio, así salió, nada puedo hacer que no sea seguir la línea de color de esos preciosos cachitos incipientes que me fascinan y esas pestañas enormes y enroscadas que me atormentan con lánguida dulzura y delicada desesperación verde, verde.

5 comentarios:

  1. Deliciosos texto amiga.estava seguindo muy atenta en tu relato de como se desarroyo todo en el taller cuando derrepente casi me muero de tanto reir con tu história.
    Tu pintura de tu vaca en bicileta es magnifica...un dia por favor tambien pinta una vaca brasileña.
    Besitos
    yasmin

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  2. Igual de heroicas que los toros son las vacas, que siempre serenas regalan sus sacrificios al inocentívoro hombre.

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  3. Me encanta!, me dió gracia como se te pone rebelde el sentido y mas de vaca había que de toro, Picasso seguro te hubiera felicitado por tal hazaña de rebeldía interna!

    Como dices la imaginación es un pájaro, vuela libre, se hace visible para pocos ya otros no caga en la cabeza! =D

    Abrazo!

    jlg

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  4. :)
    Gracias por venir, esto me hace casi tan o mas feliz que escribir.
    Que bueno que el sentido del humor no se pierde. No me puedo tomar en serio lo de ser artista o escritora o lo que sea. No es bueno para la salud.

    Saludes y felicidad plena para ustedes.
    ando en un corre corre tremendo, solo he tenido tiempo para pasa y agradecer,,, otra vez será mas!

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  5. Un delicioso texto... lleno de talento. Me ha encantado.

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