Como son la albahaca y el tomate, la miel y la mostaza, el limón y el azúcar o el huevo y la patata, amor mío, así somos tu y yo. Juntos en nuestros jugos, juntos en nuestros saberes, nos experimentamos deleitosos en nuestras bocas y somos al final del día la fresquita ramita de yerba buena pasada por los labios y dormida en el paladar. Somos un solo corazón dulce, helado y ardido en una suave cascara de tempura que es la vida amor mío, crocante en cada bocado que se apura antes de derretirnos, antes de desaparecer. Pero antes, justo en el tiempo justo, en los cinco minutos que le hemos dado a nuestros huevos del desayuno, y en los 7 del salmón, todavía rosados y suaves, pero añejados como el vino, vamos a tomar cada sorbo, antes de que todo acabe. Siendo como somos también burbujeantes, porque somos a veces el trago de cualquier cosa que se bebe en la tiendita de la esquina, la CocaCola que odio o el elixir de menta que solo tú me das. Seamos antes de eso y después la cena generosa y suculenta que nos ha brindado el universo, lavemos nuestra manos, alimentémonos limpios el uno del otro entre risas como aguas carbonatadas y alegres y espontáneos, como el limón que se expresa en las comisuras de los labios y en tus ojos chinos de sabor que tanto amo.
Pero si por descuido, por abandono o por apurarnos este trago antes de que todo acabe, amor mío, hemos embarrado el mantel con nuestros dedos untados de humanidad, dejemos que ellas, las tres parcas, nuestras últimas compañeras de mesa, limpien aquello que quedó, recojan los restos, y nos sirvan de nuevo entre ese tejido de infinitud, pulidos e inmaculados. Listos para ser devorados nuestros corazones de chocolate primorosamente por el tiempo y el universo que todo consume, que todo celebra, pero juntos, siempre juntos en nuestro infinito de estrellas de jengibre y soles de naranjas temperadas en miel.
Pero si por descuido, por abandono o por apurarnos este trago antes de que todo acabe, amor mío, hemos embarrado el mantel con nuestros dedos untados de humanidad, dejemos que ellas, las tres parcas, nuestras últimas compañeras de mesa, limpien aquello que quedó, recojan los restos, y nos sirvan de nuevo entre ese tejido de infinitud, pulidos e inmaculados. Listos para ser devorados nuestros corazones de chocolate primorosamente por el tiempo y el universo que todo consume, que todo celebra, pero juntos, siempre juntos en nuestro infinito de estrellas de jengibre y soles de naranjas temperadas en miel.
que siga celebrándose el amor y los deseos entre chocolate y todas las mieles del cuerpo amado... bello!!
ResponderEliminarLa expresión del amor a través de la comida, mas que nada esos detalles de saber y combinaciones, de sutiles olores y texturas es mostrarse sabio.
ResponderEliminarUltimamente me parece que he perdido la hornalla done coniar todo eso, un abrazo!!
jlg
Joe, creo que a veces solo es cuestión de ponerse a cocinar aunque a uno se le queme algo... al principio.
ResponderEliminarSon cosas para no dejar perder la practica ni tampoco que otros las hagan por uno mismo.
Te dejo un abrazo también.