En la clase de historia y dibujo me dan doce años. Pasean despreocupados caballitos de trompas rojas y las patas espigadas en verde esmeralda. San Jorge es un caballero audaz que ha vencido al dragón haciéndole comer sus propias palabras. Jugamos a eso, a tratar de comer aquello que dijimos y mientras, nos señalan con los dedos un cuadrado de 23 lados y unas manchas que son soles coloridos. Nos acurrucamos en la esquina del salón, todos juntos y asombrados. ¿Quién pudiera participar de esa otra fiesta, dónde las gentes grandes y expertas nos rescatarían de nuestras muertes en sus recuerdos y en libros versados?. Solo nos queda en los corazones lo que nos han señalado con los dedos, nuestros ojos agrandados y las bocas, nuestras bocas, si la vida también así lo quisiera y pudiéramos nosotros alimentarnos como santos y dragones.
Ahora tengo una nostalgia profunda y honda.
Ahora que me he vuelto de mi vieja edad, de nuevo,
me preparo un dragón.
Comeré su fuego de amor
le pondré paprika, nuez moscada y miel
buscaré a mi compañero de juegos
y ese fuego de amor,
derretiré sin pudor en su boca.
nota: si usted se pregunta por el sentido de estas palabras, no se asombre, yo también. Así son los dragones, recuerde, son míticos y resbaladizos.
Ir y venir por la edad es un elástico de memorias y nostalgias, pero cada día se hace mas inevitable.
ResponderEliminarjlg
Gracias por tus palabaras Clau! (me suena mucho a Cloud = nube), siempre es bueno que un artista de tu grandeza se fije en los pequeños que estamos rondando el suelo, mi abrazos!
ResponderEliminarNo bajes de la nube!
jlg
Nunca se me hubiera ocurrido justificar un deseo. Genial, con honestidad te digo.
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